Un año antes de nacer yo, mi tío David nos dejaba para siempre. De pequeñito mis padres y tíos me decían que me parecía a él, pero no en el físico, sino en el carácter, en la forma de ser, en esa personalidad un poco introvertida y sin embargo muy inquieta por descubrir y experimentar con cosas nuevas. También, desde que tengo recuerdos, he vivido el Scalextric en mi casa.
Era un SCX que a mi padre y a sus hermanos les regalaron cuando eran pequeños. Mi padre me decía que jugaron mucho y a mi también me gustaba mucho jugar al Scalextric.
Pasan los años, a los 10 nos mudamos a Albacete y dos mas tarde me apunté al club. Correría el año 1997 y desde entonces no he parado, pero eso ya es otra historia. La cuestión es que en mi etapa de pre-adolescente me gustaba pasar los veranos enteros en la casita que mis abuelos se hicieron en el pueblo al que solían ir a veranear y dónde terminaron viviendo. Un día como podía ser otro cualquiera mi abuela quiso recordar que tenían algo de Scalextric guardado, porque a mi tío David también le gustaba pasarse horas jugando al Scalextric. Sin especial esperanza, ya que habrían pasado no menos de 5 mudanzas para que aquello hubiera llegado hasta entonces, me afané en abrir las cajas que por el trastero había guardadas hasta que en una de ellas descubrí el mayor tesoro que jamás haya encontrado: algunas pistas, un transformador, vallas, peraltes... y lo mas importante: elemento decorativos que mi tío David se había fabricado él mismo y su Renault 5 Copa de color rojo, prácticamente nuevo y dentro de su caja.
Es mi TOP 1 en mi colección y al que quiero con un cariño infinito. No está exactamente original ya que le faltaba el retrovisor, las llantas habían perdido su cromado y el paragolpes delantero estaba medio suelto, por lo que hice lo que seguramente mi tío también hubiera hecho, y le compré un retrovisor, le cambié las llantas por unas nuevas (lo siento, rompí un blister de EXIN para ello) y pegué el paragolpes y la farera. Y le di vueltas, unas cuantas, sobre todo en casa. Hoy en día no está en estado de coleccionista pero ni falta que le hace, porque está tal cuál lo hemos dejado entre los dos y eso, para mí, es un pedacito de historia que no tiene precio.
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