Excelente tema, camaradas. Qué excelente, ¡magníficamente colosal! Es, esta, una cuestión para dejar la caballerosidad de lado y pelear como si en un plató de TV5 estuviéramos:
-Americano!
-Europeo!
-Los europeos no aceleran, jaja.
-Los yankis, no giran, jajaja.
-Pues los europeos son muy caros, jajajaja.
-Pues los americanos se desmontan con mirarlos, jajajajaja.
-Cómo se nota que no tienes ni puñetera idea de coches.
-Pues anda que tu, que lo mas redondo que has visto en tu vida ha sido un ladrillo.
-¿Si? Esto para ti. Una foto de un tacómetro a 320km/h porque como nunca los vas a pillar, por lo menos que sepas lo que es.
-Aquí el único traumado eres tú, que desde la primera vez que giraste el volante te traumaste de por vida.
-Yo no soy ni traumado ni cabrón, soy tu envidia, campeón.
-De tu envidia nace mi fama, pero tu fama me da risa.
-Si un coche americano te vacila, tú te callas y lo asimilas.
-En Europa marco estilo y en USA te vacilo.
-Pues tu madre es calva.
-Pues tu padre usa wonder-bra.
-Que te meto con el mechero, Sole.
-Tú ¿y cuántos más?
... y así en un bucle de caos y destrucción, de enfrentamientos exacerbados a pechera abierta de los que rompen amistades legendarias y crean alianzas por el mero y rastrero interés.
Pero más allá de las siempre entretenidas broncas canis de medio pelo, el tema del vil metal a desembolsar por la adquisición de cualquier chatarra que lleve cuatro ruedas, tanto de uno u otro continente, es realmente importante para tomar perspectiva. Básicamente en USA pagabas mucho menos por mucha más potencia. Y no sólo eso, si no que lujos tecnológicos como los elevalunas eléctricos ya se estilaban por las tierras del Tío Sam sobre mediados del siglo pasado. También, el contexto económico-social de al otro lado del charco era diferente y ventajoso, pero en resumidas cuentas y para no aburrir mucho al personal, los coches americanos eran mejores y más baratos que aquí en Europa, con todo lo que ello ha conllevado.
Ahora bien, de un tiempo a esta parte y hoy en día, con la globalización y ambas potencias económicas relativamente a la par, la comparación toma tintes hirientes. Sangrantes, incluso.
Ejemplo número uno: Ford ofrece su Mustang V8 de cinco litrazos de desplazamiento, atmosférico, con 450cv, manual, a partir de 50.400€. Ocurren dos cosas con esto, a saber. Si dispones de esa cantidad de dinero para pagar por un coche, te darás cuenta de que un Golf GTI apenas es mas barato y rinde la mitad de potencia. O, si quieres 450cv pero que sean “Made in UE” prepara el doble del presupuesto para pillar uno más de tantos BMW, Mercedes o AUDI. Pensareis que el Mustang va mal, o le falta equipamiento. Pero os sorprenderá saber que su rendimiento, equipación o terminaciones están muy a la par de cualquiera de los competidores mencionados. Y no lo digo yo, lo dice la gente que más y mejor saben de esto:
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Ejemplo número dos: Este es fácil. Imagina que quieres un coche de más de 650 cv, por aquello de la seguridad que te brinda ir un poco sobrado de potencia en las situaciones apuradas como los adelantamientos (-já!) Si vives en Europa prepara una cantidad tan indecente como vergonzante de dinero por algo que sólo puede ofrecer una cantidad muy limitada de exquisitos fabricantes de la talla de AMG, Porsche, Lamborghini o Ferrari. Y, efectivamente, en USA no sólo es mas barato comprar potencia, si no mucho, muchísimo más. Se me ocurre el Dodge Challenger que en su versión Hellcat (el nombre es toda una declaración de intenciones) te lo sirven con 800cv y por debajo de los 100.000€ al cambio. Jaque mate, ateos.
De acuerdo estamos, antes de que os tiréis al cuello, incluido en el precio, sobre todo de estos últimos, hay cantidad de factores que me he saltado a la torera y que no voy a entrar a valorar salvo para concluir que, al menos para mí, si tanto dinero me sobrase como para no tener pudor ni remordimientos de conciencia en gastarlo, un Porsche o un Ferrari tendría en mi garaje. Pero un Hellcat potenciado por encima de los 1.000cv estaría aparcado antes que los otros dos, eso seguro.
¿Esto quiere decir que los coches Europeos son un truñaco? En absoluto. Valga como ejemplo número tres, mi amadísimo Alfa Romeo Giulia que se pasó por la piedra a todos, del uno al otro confín del planeta, con una solvencia tal que sus rivales quedaron relegados a un segundo puesto en la línea trófica, “comiendo” de lo que los Alfa les dejaban.
Entonces ¿europeo o americano? que ya me estoy enrollando demasiado. Aunque me muero por postularme y ser partícipe en una discusión con tono macarra y barriobajero, a mí póngame uno de cada, que como Petrolhead máximo aficionado a la onanística práctica de la quema de gasolina y rueda, no puedo evitar que me gusten todos los coches, tanto más cuanto más obscenos sean.
Pero que te cuento, que te cuento, que cuando ya tenía este párrafo, entero, terminado y dedicado a otro coche, el azaroso destino ha querido que una grosería se interponga en mi camino. De las chorrocientas notificaciones que llegan al móvil me he ido a fijar en el mensaje de Whatsapp del grupo de compraventa con las nuevas incorporaciones y ahí estaba, un supercargador como la Catedral de Burgos de grande asomando por el capot del Dodoge Charger R/T que, a él, estaba pegado.
Así que aquí me hayo, con el párrafo re-escrito tras este dramático e inesperado giro de los acontecimientos y, tras el correspondiente alto para la santísima transacción, feliz propietario de la reproducción de Superslot. Soy frúgil, y no tengo remedio del Señor.
Quien ha visto y quien ve a Superslot, que en menos de un cuarto de siglo ha pasado de hacer infames plásticos merecedores de una violenta muerte en el contenedor amarillo, a reproducir exquisitas y deseables piezas de colección.
El Charger es un molde del que los británicos han sacado buen rédito, no obstante con el postizo del supercargador sólo he contado tres variantes. Una, con pinturas roja y blanca. Otra, la mítica y codiciada del padre de Toretto en la película Fast & Furious en un discreto y agresivo color negro brillante. Curiosamente, el supercargador de este último está ligeramente adelantado con respecto a las otras versiones. Y, esta tercera, con ese dudoso color púrpura y de la que no me extraña que haya a patadas. Pero nada a lo que no se le pueda hacer un buen remedio.
El Dodge Charger nació hacia la mitad de la década de los ’60 en pleno fervor de los muscle car que no dejaban de crecer en cilindrada. De esta ficticia versión sólo puedo entrar, salvo que me corrijáis, en elucubraciones que me hacen soñar con que esta versión parte del motor mas gordo que llegó a equipar, el gran HEMI 426 V8 de siete litrazos de desplazamiento y válvulas dispuestas entre sí a los característicos 53 grados, a quien alguien, a la postre y en algún momento indeterminado en la singladura del auto, se le quedaban cortos los 425 cv de fuerza y le montó encima el típico y también gigante compresor Roots para llevarlo hasta los ¿1.000 cv de potencia? ¿quizás 1.700 si le pones nitro metano y lo ajustas para echarte unas largadas en el ¼ de milla? No lo sé, pero sí que me he puesto muy tontorrón con esto último por lo que, disfrutad una última vez de este Charger en púrpura porque hay muchas posibilidades de que sea la última…
…continuará?
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