Resultó y sucedió que el pasado sábado día 2 de Abril tuvo lugar la segunda jornada de un evento tan chulo, pero tan chulo, como es el Espíritu de Montjuic, que tras el obligado parón pandémico de los huevos, por fin, retomaba su andadura.
Desde Alicante marché junto a dos amigos igual de colgados que yo por los coches a eso de las cuatro de la noche para, a nuestra llegada allí sobre las diez y poco de la mañana, juntarnos con, nada más, y nada menos, y nada más, y esto lo bonito de esta nuestra afición, el mismísimo e ilustrísimo señor Jordi Sobrevals. El señor Jordi quien, como no podía ser de otra manera, vino montado en su maravilloso Miata de primera generación. Teniendo en cuenta que me habían hecho venir en un indecoroso Nissan Juke, con más motivo me puse de copiloto en el ya descapotado MX-5 para dar una gloriosa vuelta, punta-tacón a porrillo de manual, de Jordi, para enmarcar incluido, hasta el parking del circuito.
Una vez dentro, mientras los motores flat out pasando a todo trapo por la recta de tribunas nos brindan la BSO perfecta para llevar al máximo nuestros libidinosos niveles de octanaje en vena, la táctica a seguir fue la de dar puti-vueltas a ver qué pillábamos. Puti-vuelta por la carpa SEAT, puti-vuelta por los puestos, puti-vuelta, por algunas carpas de concesionarios de lujo o preparadores…
Total, que en mitad de una de esas puti-vueltas, todavía por la mañana, casualidad (o no, depende cómo se mire) nos cruzamos con, nada más, y nada menos, y nada más, y esto lo bonito de esta nuestra afición y de este maravilloso grupo de slot llamado SLOTBOOK, los mismísimos e ilustrísimos señores Carlos Bartés e Iñaki Roura. Y para que así constara para la posteridad, foto que nos tomaron al canto.
Tras charlar media hora, decidimos seguir cada bando con nuestras puti-vueltas correspondientes. En nuestro caso, quedaban los boxes, el paddock, el parking de clásicos y la grada de la curva 10, hasta que, con todo ya visto, llegó la hora de ir a comer a un típico food truck.
En la tarde la jugada quedó clara. Nos juntaríamos todos en la mejor grada, la ya oteada de la décima variante en dónde podríamos ver las carreras-exibición mas molonas, las de F1 setenteras y GT. Aquella velada, en dónde el aire paró y el sol calentaba lo justo para estar bien, sin duda resultó una de las mejores e insuperables tertulias a cerca del automovilismo que cualquier mortal pudiera tener. Al fin y al cabo, estamos antes seis ponentes pertenecientes a varias generaciones, a cada uno le tiraba más una u otra rama del automovilismo (a unos la técnica, a otro la historia, a otro la colección…) pero todos, toditos, todos, sin duda estaríamos en el TOP 10 de los petrolheads allí venidos. Por supuesto, entre datos y anécdotas compartidas de las que ni Google sabe, no faltaron las bromas y comentarios sobre las carreras que amenizaban la charla. Que si ‘aquello que se oye venir es un flat-6 Porsche’, que si ‘ese que no hace punta-tacón es un muñones’, que ‘ojo mira ver cómo adelanta… (cambio a voz de Lobato) ¡¡¡guau Alonso, sólo Magic puede hacerlo!!!’, que si ‘¿veis el del Giulia que no levanta rueda? Pues no está yendo rápido’, que si ‘Decís de Porsche, pero sin ellos no habría carreras (la mitad de los coches eran Porsche)’, que si ‘Yo tengo tres amigos, a dos le gustan los Ferrari y el otro es gilipo…’, etc.
El fin de un día inolvidable terminó con la despedida de Carlos e Iñaki y dos promesas. La de que no vuelvan a pasar más de diez años hasta nuestro próximo encuentro (¿quizás el próximo Espíritu de Montjuic?) y la seguir sembrando el caos y la destrucción masiva por SLOTBOOK.
Por su parte, no sé si debo contarlo, la guinda al pastel la puso el amigo Jordi, que me confió su Mazda para gozarlo cosa mala en el trayecto hasta exquisito restaurante dónde el cuarteto inicial coronamos un fin de jornada como auténticos gentleman drivers.
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